Espectacular hallazgo en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España, el conseguido por Javier de Zavala (SN-428), que nos lo ofrece junto con una reseña de su autoría.

Tan importante consideramos su hallazgo que, no solo lo incluimos en nuestra web, sino que se constituirá en el motivo principal de la celabración de la Patrona de la Infantería por parte de AMESETE.

  Es conocido por todos el interés que la Junta Directiva de la Asociación manifiesta continuamente por la investigación sobre los suboficiales estimulando la colaboración de nuestros socios y simpatizantes. Por eso, nos llena de satisfacción que, aunque solo sea de pascuas a ramos, alguno de ellos nos sorprenda con historias como la que a continuación os ofrecemos de la pluma de Javier de Zavala a quien expresamos nuestro agradecimiento y nuestra más cordial felicitación por su interés en seguir conociendo todo aquello que rodea la existencia de los suboficiales. Y, no podemos ni queremos desperdiciar la ocasion para estimular a tantos y tantos suboficiales con tiempo y ganas, para que se pongan a la tarea como ha hecho Javier pues esto es tarea de todos, no solo de algunos.

 

José Jackson Veyán,

los sargentos, la Infantería y la Purísima Concepción

Por Javier de Zavala Fernández

Se acerca la Patrona, nuestra querida y respetada Inmaculada Concepción, la Purísima, la Madre de Dios, la Virgen que con su manto abraza y protege a la Infantería española.

Se acerca la Patrona y no puedo pasar por alto aquello que se cruza en mi camino y me habla de Ella, o me lleva a Ella, o me haga pensar en Ella, por muy pequeño que sea, pues a pesar de esa pequeñez no podrá jamás ser tildado de insignificante, no podrá jamás ser soslayado, ni menospreciado, porque cualquier mota de polvo se vuelve estrella reluciente si nos lleva ante la imagen de nuestra Divina Señora y de nuestra adorada Infantería.

Un reputado autor teatral, un reconocido poeta, un español venido al mundo en la bella tacita de plata, ciudad que despide con verdadero encanto los soles de Andalucía; un miembro del Cuerpo de Telegrafistas de España, un hombre de letras cuya existencia transcurrió a caballo entre los siglos XIX y XX, dejó escritas en el periódico Nuevo Mundo del día 8 de diciembre de 1897, unos acertados versos dedicados a nuestra gloriosa Arma de la corneta, la espada y el arcabuz.

José Jackson Veyán, nos llama a los infantes, imagino que haciendo sonar la cornamusa que con el paso del tiempo distinguirá a los que como él sirven a la Patria en el cuerpo de funcionarios de telégrafos y correos, y nos llama, digo, a compartir con él un sencillo homenaje a aquellos hombres que fusil en mano son instruidos por buenos Sargentos para poner el nombre de España en lo más alto.

José Jackson Veyán que morirá en Madrid en 1935, a los 82 años, y que dicen fue condecorado con la Cruz del Mérito Militar como oficial de Telégrafos en la última guerra carlista, merece cobijo en las páginas de la historia de los Sargentos, aunque solo sea por el detalle de haberlos tenido presentes en estos hermosos versos que unen la Infantería española con su excelsa Patrona.

Que disfruten con la lectura de la transcripción de esta poesía en la que me he permitido la licencia de escribir en mayúsculas la palabra Sargento.

 

La Infantería española, por José Jackson Veyán

Con el ros muy grande

y el capote largo,

anchos los calzones

y burdo el calzado,

baja la cabeza,

descompuesto el paso,

caídos los hombros,

rígidos los brazos,

abierta la boca

y abiertas las manos,

así van los pobres

quintos de este año,

detrás del SARGENTO

que hará un mes escaso

pretende de un poste

hacer un soldado.

Que instruye a la fuerza

no habrá que jurarlo.

¡Lo que es por su gusto

no pasa el mal rato!

Que a la fuerza aprenden,

fuerza es confesarlo.

Por su gusto, todos

dejaban el campo

de instrucción por irse

al terruño santo,

cambiando fusiles

por rejas y arados.

Pero pasa el tiempo,

y aquel quinto zafio

bien pronto se torna

airoso y gallardo.

¡El ros ya no es grande

ni el capote largo,

ni anchos los calzones,

ni burdo el calzado!

Alta la cabeza

y marcial el paso,

arriba los hombros,

y sueltos los brazos,

¡qué gusto da el verlos

que marchan de a cuatro

guardando distancias

y compás guardando!

Hizo el buen SARGENTO,

del poste un soldado

y la fuerza, es fuerza

que arrolla al contrario

o sabe en su puesto

morir peleando.

¡A gusto ninguno

dejaría el campo

del honor, por irse

al terruño santo,

cambiando las armas

por rejas y arados!

¡Concepción divina,

patrona y amparo

de esos cazadores

apuestos y bravos

que son el asombro

de propios y extraños!

¡Capitana hermosa

de infantes bizarros

que son el orgullo

de nuestros soldados!

¡Extiende sobre ellos

tu piadoso manto

cuando en ruda guerra

tu nombre invocando,

uno contra veinte,

y en clima mal sano,

el nombre de España

colocan tan alto!

¡Defiende sus vidas

del plomo villano

cuando ciegos corren

la muerte buscando!

¡De sus pobres madres

seca el triste llanto!

¡Vuélvele a la tierra

los robustos brazos

que eran el sustento

de niños y ancianos!

¡Que la paz ansiada

con sus dulces rayos

trueque, Virgen pura,

los sangrientos campos

en frondosas vegas

y verdes sembrados!

¡Haz que vuelvan pronto

a su hogar lejano

esos cazadores

apuestos y bravos

que son el asombro

de propios y extraños!

Revista Nuevo Mundo, 8 de diciembre de 1897.[1]

 

Guadarrama, a 1 de diciembre de 2025.

[1] Consultado en la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.

 

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