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Y, finalmente,  ya está aquí. La Básica cumple sus primeros 50 años de existencia instalada en el conocido y reconocido prestigio de todos, incluso de más allá de todos. Más allá de ese topicazo del «entorno», alcanzando límites que no hace mucho se consideraban inalcanzables. Pero la Básica responde y llega adónde ninguna otra lo hace.

Nos situamos virtualmente en 1973. Un sinfín de inoperantes comisiones que se habían creado en el Alto Estado Mayor y Estado Mayor Central, durante la anterior  década de los sesenta, continuaba sus sesudos e interminables estudios sobre la «carrera del suboficial» cuando el 11 de junio es nombrado ministro del Ejército el teniente general don Francisco de Paula Coloma Gallegos.

Asume el cargo y comienza su particular batalla contra el tiempo pues en su cabeza bulle la idea de crear una nueva escala que sitúe a los suboficiales en el lugar exacto en dónde el Ejército los necesitará de cara al final del siglo XX y comienzos del XXI.  Y, como no hay tiempo  que perder, olvida comisiones y sus escasas e inoperativas conclusiones y ordena la redacción de un nuevo proyecto basado en sus propias ideas a las que el Estado Mayor poco pudo cuestionar dada la firmeza de sus postulados prácticos, el encaje legislativo con la realidad nacional en lo tocante a la enseñanza y, porqué no decirlo, al carácter innovador de muchas de las ideas, valientes pero perfectamente meditadas.

Pocos meses después, el 11 de marzo de 1974, lo presenta a la Comisión de Defensa Nacional de las Cortes que lo aprueba, publicando el texto final de la Ley en su Diario Oficial del día 21 de marzo. El BOE. núm 78 de 1º de abril publica la famosa Ley 13/1974 y la ilusion se pone en marcha con paso firme y decidido.

El teniente general Coloma solo había necesitado nueve meses y un día para hacer realidad un sueño, poniendo en marcha una historia inacabada que en estos días celebra sus primeros 50 años de existencia.

Y como todo cuerpo necesita un alma para sentirse completo, fue otro teniente general, don José Buigues Gómez, quien en 1979, un año después de hacerse cargo del mando y dirección de la Academia, redactó una instrucción en la que premonitoriamente y con un sutil e  inteligente uso del verdadero significado de las palabras diseñó lo que hoy en día conocemos como «El Estilo o el Espírtu de la Básica».

En estas pocas palabras se encuentra definida la filosofía de una idea, de un sueño hecho realidad: rigor, espíritu crítico, iniciativa responsable, disponibilidad permanente, afectuosas relaciones humanas, compromiso firme con la misión, fuerte armadura moral y conciencia de soldado.

Ante estas manifestaciones de afecto y comprensión hacia los suboficiales de dos grandes militares, poco podemos decir desde AMESETE que, en la línea de amistad con la Academia y su Sala-Museo, les ofrece esta muestra de colaboración como ejemplo de lo mucho que han hecho juntas y de lo mucho que aún les queda por hacer.